Opinión del Dr. Jorge Bernstein, Docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la UF.
Se sabe que la sobresaturación de estímulos externos agota física y mentalmente. Hay entornos, como el laboral, en los cuales ese deterioro puede generar un padecimiento preocupante.
La sensación de haber fundido motores, de hallarse ante un cuadro de máximo agotamiento, a causa de fuertes presiones en el trabajo, se conoce como “burnout” o “síndrome del quemado”.
La posibilidad de catalogar esta mezcla de estrés y desgate psicofísico como una enfermedad, y que sea reconocida como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS), fue debatida en 2012 en el 27° Congreso Argentino de Psiquiatría que se celebró en Mar del Plata.
En ese ámbito, un equipo de psiquiatras argentinos avaló una gestión en este sentido a través de un trabajo científico en el cual se sostiene que a ese síndrome ya lo padece uno de cada tres profesionales.
Los psiquiatras creen que podría haber burnout donde hay personas prestando un servicio a personas. Al respecto, las estadísticas argentinas muestran que médicos, docentes y personal de atención al público, son los que más sufren la dolencia.
Tienen en común la violencia de sus interlocutores: clientes que insultan, pacientes y familiares que agreden y alumnos o padres que atacan. Eso sostiene la psiquiatra Elsa Wolfberg, especialista en medicina del trabajo y miembro del equipo.
“Por un lado, es un problema para el trabajador, que no sólo pierde la motivación y la capacidad de responder a las exigencias del trabajo sino que ve afectada toda su vida social”, refiere la especialista.
“En su casa está irritado, le molesta todo y hasta deja de cuidar a sus seres queridos. En su trabajo, además, se rodea de colegas en la misma situación, por lo que se generan ambientes muy tensos”, añade.
Y agrega: “Pero también es un problema para las empresas porque estos empleados son menos competentes, eficientes y faltan más. Sólo si se empieza a tratar al burnout como enfermedad laboral se podrá diagnosticar y prevenir”, señaló.
Se cree que no será sencillo incluir esta dolencia como enfermedad laboral porque eso “significará que tanto las empresas como el sistema de salud deberán hacerse responsables de que algunos trabajadores se enfermen”, declaró Jorge Bernstein, profesor de Medicina Familiar en la Universidad Favaloro.
Según la literatura médica, el concepto fue introducido por primera vez en 1969 por H. B. Bradley, quien utilizó el término “staff burnout” para describir el fenómeno psicosocial presente en oficiales de policía de libertad condicional.
Luego el escritor Graham Greene, en la novela titulada a Burnt-Out Case, describe al protagonista como un sujeto que sufre el síndrome del quemado. En 1974, Herbert Frenderberger, psicólogo estadounidense, desarrolló un extenso estudio de campo al personal de sanidad, institucionalizando el término burnout.
Publicó un libro que se titula: “El alto costo del rendimiento ¿Qué es y cómo sobrevivirlo?”, en el cual describe la patología como “deterioro y cansancio excesivo progresivo unido a una reducción drástica de energía (…) acompañado a menudo de una pérdida de motivación (…) que a lo largo del tiempo afecta las actitudes, modales y el comportamiento general”.
Hay consenso entre los psiquiatras acerca de que el síndrome del quemado, es una patología severa, relativamente reciente, que está asociada íntimamente con el ámbito laboral y el estilo de vida que se lleva. Y hoy es reconocida como enfermedad laboral por la OMS.
Artículo publicado por la Universidad Favaloro www.favaloro.edu.ar/sindrome-la-cabeza-quemada